Para hablar de Dios debemos ser conscientes que somos criaturas limitadas, por tanto siempre nuestro lenguaje va a ser limitado en comparación al conocimiento de Dios.
Dios trasciende toda criatura, no debemos confundirnos diciendo o limitándolo a una imagen. Sabemos que nosotros, cada uno de nosotros, estamos hechos a su imagen y semejanza, entonces al reflejar bondad, belleza, verdad, caridad, etc. reflejamos esas perfecciones que nos dio nuestro autor principal que es Dios.
Nosotros como simples criaturas creadas por Dios no podemos captar lo que Él es sino solamente lo que no es y cómo los otros seres se sitúan con relación a Él.
Para poder seguir a Dios nosotros debemos creer, debemos creerle a Él y creer que somos hijos suyos, por eso en cada Eucaristía hacemos nuestra profesión de fe diciendo el credo.
Al decir yo creo, ¿qué es exactamente lo que estoy diciendo? ¿En qué es en lo que estoy creyendo?
Cada uno de nosotros como seres humanos estamos en una búsqueda constante de Dios, aunque no creamos en Él, el ser humano lo busca siempre a través de diferentes cosas o formas.
Dios nos dio la opción de ser libres y buscarlo cuando nosotros quisiéramos, Él con su grandeza sabe que lo necesitamos y que por más que nos escondamos o huyamos de Él, siempre vamos a descansar en Él porque como dijo San Agustín, hasta que estemos con Él nuestro corazón no dejará de estar inquieto.
Claramente si estamos delante de una persona que no cree en Dios no va a admitir que necesita encontrarlo para que su corazón deje de estar inquieto, por eso es que siempre vienen las interrogantes y se aparecen por ahí la ciencia y la razón.
Santo Tomás afirma que el mundo y el hombre atestiguan que no tienen en ellos mismos ni su primer principio ni su fin último, sino que participan de Aquel que es el Ser en sí, sin origen y sin fin. Que todos llaman Dios.
En las condiciones históricas se sabe que el hombre como tal experimenta mucha dificultad para conocer a Dios con la sola luz de su razón, el hombre necesita ser iluminado por la revelación de Dios, no solamente acerca de lo que supera su entendimiento, sino también sobre las verdades religiosas y morales.
Con esto les invito entonces a que lean un poco más sobre Dios pero sobre todo que traten de verlo y sentirlo en lo cotidiano, en la mano amiga, en el abrazo sincero, en el atardecer, en las posibilidades de hacer nuevas cosas, ahí es donde realmente encontramos la grandeza y pureza de Dios.
Vamos!! Dejemos de ponerlo a prueba pidiéndole favores, si para eso estamos nosotros, agradezcámosle por cada mañana y confiemos en que vamos a ser capaces de lograr grandes cosas, con su ayuda claro, pero con esfuerzo y sobre todo mucho amor en cada uno de nuestros proyectos y sueños.
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